Organizada por el PRODA y la subsecretaría de Producción la propuesta volvió a demostrar el valor de la agricultura urbana como motor de producción local, inclusión social y fortalecimiento comunitario, por el Día Mundial de la Alimentación y la Semana de la Alimentación Saludable.
Durante dos jornadas, la feria Feria de la Agricultura Urbana Neuquina reunió a más de 70 huerteras y huerteros de la ciudad de Neuquén, Centenario, Plottier y Senillosa, pertenecientes a 26 unidades productivas, entre Huertas Protegidas y Huertas Protegidas Terapéuticas, desarrolladas junto al ministerio de Salud en distintos hospitales, centros de salud y dispositivos de salud comunitaria.
También participaron más de 40 emprendimientos comunitarios, grupales e individuales, vinculados a la producción de hortalizas, plantines, alimentos elaborados, cosmética natural y productos herbales, todos acompañados por el programa en sus procesos de fortalecimiento y organización. Y en esta edición se sumaron emprendedoras y emprendedores de la Sala de Elaboración de Agroalimentos de Centenario “La Celina”, una sala municipal, de uso comunitario en donde vecinos y vecinas de la localidad elaboran conservas dulces, escabeches, salsas y pastas con producción de la localidad.
La propuesta fue organizada por el PRODA y la subsecretaría de Producción, dependiente del ministerio de Economía, Producción e Industria, y en total se comercializaron más de 5.000 unidades, alcanzando una recaudación superior a los 10 millones de pesos. Los productos abarcaron plantines hortícolas, aromáticas, florales, ornamentales, cactus y suculentas. Entre los más buscados se destacaron los de tomates, pimientos, ajíes y zapallos, muchos de ellos producidos a partir de semillas locales cultivadas y conservadas por las huerteras, que año a año reproducen variedades propias y adaptadas a la zona.
Entre los plantines más vendidos se destacaron los de tomates, pimientos, ajíes y zapallos, incluyendo variedades poco comunes o recuperadas a partir de semillas propias cultivadas y conservadas por las huerteras y huerteros urbanos. Esta diversidad genética y cultural representa una parte fundamental de la agricultura urbana agroecológica, que promueve la preservación de semillas locales y saberes populares sobre el cuidado, el cultivo y el uso de las plantas.
La feria fue vivida como un espacio de encuentro, intercambio y construcción colectiva, tanto entre quienes producen como con las personas que se acercaron a buscar y comprar plantines, conocer los proyectos o hacer consultas sobre cómo comenzar y manejar sus propias huertas en casa. Se estima que más de mil personas circularon por ambos espacios, en el Parque Central y en el Paseo de la Costa, generando un clima de cercanía, diálogo y aprendizaje compartido.
“Volvimos con las bandejas vacías, super contentas. Fue un éxito total”, contó una de las huerteras. Y otra emprendedora resumió: “Cada venta era una emoción. Ver a las chicas animarse a charlar con la gente y gestionar su dinero es algo que no tiene precio”.
Más allá de los resultados económicos, la experiencia reafirma el valor social, educativo y comunitario que tienen las ferias como instancias de comercialización y visibilización de la agricultura urbana, pero también como instancias de organización, de aprendizaje colectivo y de fortalecimiento de las economías familiares. Los grupos participantes no sólo se prepararon para producir, sino también para organizarse colectivamente, acordar precios, proyectar estrategias de venta y aprender sobre los distintos aspectos que hacen al proceso productivo y comercial desde la economía social y solidaria.
“Fue un espacio muy lindo, nos reencontramos con huerteras conocidas y conocimos a nuevas huerteras”, expresó una participante. “Gracias al equipo del PRODA por el acompañamiento constante, por hacerlo con amor y compromiso. Estos espacios nos fortalecen y nos enseñan a seguir creciendo”.
Las opiniones recogidas tras la feria coincidieron en destacar la organización, el acompañamiento técnico y humano de los equipos, el clima de camaradería y la alegría del encuentro. Una novedad significativa de esta feria fue la experiencia de inclusión de personas con discapacidad, considerada “muy valiosa en términos emocionales, pedagógicos y de autonomía personal”. Los equipos que acompañan las experiencias de huertas en las que participan personas con discapacidad pudieron destacar que “la feria permite desarrollar habilidades sociales y laborales que no siempre pueden medirse cuantitativamente, pero que tienen un profundo impacto en las trayectorias personales.”
Además, varias opiniones subrayan el valor humano del trabajo colectivo, el fortalecimiento de vínculos entre huerteras y la importancia de generar espacios de este tipo con mayor frecuencia.
En términos más amplios, la agricultura urbana como política pública, desde una perspectiva agroecológica, constituye una estrategia clave para fortalecer la seguridad y soberanía alimentaria en las ciudades neuquinas. Su expansión permite diversificar la producción local, acercar alimentos frescos y saludables a las familias y recuperar prácticas y saberes populares vinculados al cultivo y al cuidado del ambiente, resaltando el perfil local y la cultura arraigada en nuestra identidad y territorio y generando oportunidades reales de trabajo y aprendizaje en nuestras ciudades.
El director del Programa, Aldo González, destacó el valor social y productivo de la experiencia, “como programa, llevando adelante estas políticas en nuestra provincia, nos sentimos profundamente agradecidos con las huerteras, huerteros, emprendedoras, instituciones y equipos que hicieron posible esta nueva edición”.
La feria volvió a demostrar que producir en las ciudades y encontrarse siguen siendo formas esenciales de la organización comunitaria para cultivar vínculos solidarios, futuros saludables y sostenibles para las familias neuquinas desde el desarrollo local”.










