Diego Santilli anota, asiente, promete elevar cada pedido a Luis “Toto” Caputo. Este lunes fue el turno de Martín Llaryora (Córdoba) y Marcelo Orrego (San Juan), dos mandatarios aliados del Ejecutivo, pero con agendas cargadas de reclamos. Obra pública, deudas previsionales y fondos educativos volvieron a dominar la conversación, en un clima de cortesía política y expectativa contenida.
La reunión se realizó por la tarde y contó con la presencia del nuevo jefe de Gabinete, Manuel Adorni. Durante el encuentro, el gobernador sanjuanino le reiteró a Santilli — quien mañana jura como ministro del Interior– que “el mejor aliado del Presidente son los gobernadores”, aunque advirtió que “sin recursos, la gestión se vuelve imposible”.
Llaryora, por su parte, exigió la restitución del Fondo de Incentivo Docente, los subsidios al transporte y el pago de la deuda con la Caja de Jubilaciones de Córdoba. “Ellos saben lo que le deben a Córdoba”, resumió un funcionario de su entorno.
Entre la hoja de ruta y la hoja de cálculo
Santilli intenta construir su propio rol en un Gobierno que centraliza las decisiones en Economía. Cada encuentro con los gobernadores termina con la misma fórmula: escucha, promete “coordinar con Caputo” y deja abierta una segunda reunión. En Balcarce 50, aseguran que el diálogo busca “ordenar prioridades”, pero en las provincias traducen esa frase como un eufemismo de “esperen que decida el ministro de Economía”.En los despachos provinciales descuentan que Milei necesitará a los mandatarios para conseguir los votos que no tiene en el Congreso.
Expectativas y desconfianzas
En su debut político, Santilli busca mostrarse como un puente confiable entre Nación y las provincias. Pero la confianza, como los fondos, escasea. “Si no hay plata, no hay pacto”, deslizó un gobernador después de la reunión. El ministro toma nota, Caputo revisa los números y las provincias esperan señales.










