Tras el resultado electoral, la ultraderecha y el establishment local, empresario y mediático, se aprestan a tomar la iniciativa luego de meses de una crisis integral de su gobierno mileísta. Ahora no trepidarán en intentar avanzar en la rápida ejecución de medidas ejecutivas y parlamentarias con el propósito de transformar regresivamente la matriz productiva del país. Se trata de continuar mutilando el perfil industrial, acentuar la concentración a favor de las corporaciones foráneas, particularmente las norteamericanas, con la burguesía local como socia menor, con el fin de regresar al país factoría del 1900, atrasado y dependiente, como proclama el presidente Milei. En la actual fase de ese modelo tendrían un lugar principal algunas ramas que le interesan a los oligopolios multinacionales: petróleo y minería (particularmente el uranio, litio, cobre y otros críticos para las industrias de punta, hoy en disputa entre China y Estados Unidos). Cuentan con una trascendente ventaja que aprecian: Robert McEwen Cooper, CEO de una de las mineras que lidera el proyecto Los Azules en San Juan, declaró: “estamos entusiasmados con el RIGI que facilita las inversiones y los negocios”. Excitados por el triunfalismo, ahora aparecen los verdaderos impulsores y beneficiaros de la Ley Bases, a la que disfrazaron de “vital para la gobernabilidad”. Para imponer estos proyectos fundamentales se proponen horadar las bases institucionales de las relaciones laborales, liquidando la vigencia de las convenciones colectivas. Sin embargo, el objetivo político de fondo es “desarticular la estructura sindical”, como reconoció F. Sturzenegger. El otro plan estratégico es el de acelerar el desfinanciamiento y desguace del Estado, sus empresas, y su vital función en salud, educación, asistencia social y desarrollo productivo.
La Ministra de Seguridad entre cada miércoles de represión a los jubilados, sumó otro proyecto de endurecimiento del código penal con un sentido coercitivo y represivo. Van por la fórmula clásica de las derechas: inculcar el miedo a participar y movilizarse, como a la inseguridad a perder el trabajo; y descalificar a las fuerzas opositoras, particularmente al kirchnerismo, transformado en el enemigo. El ampo popular, nacional y progresista enfrenta el reto de superar debates endógenos que implican pérdida de iniciativa y de energía política, y a su vez recuperar el valor de las movilizaciones de trabajadores, universitarios, científicos, feminismos que generaron un aliento determinante para la sanción de leyes demandadas por el pueblo y los rechazos parlamentarios contra los vetos presidenciales. Así como debe asumirse que la derecha irá por todo, simultáneamente hay que registrar que la situación económica de las mayorías sigue siendo tan comprometida en sus necesidades básicas como antes de las elecciones. El proyecto económico del mileísmo en términos sociales ya desnudó su fracaso, muy particularmente el incumplimiento de sus fantásticas promesas a la ciudadanía. El núcleo del poder económico a la vez que celebra, presiona abiertamente para que se materialice el ajuste del gasto social y se profundicen las variables del modelo, entre ellas, la apertura de importaciones, lo cual afecta al trabajo, muy particularmente a las Pymes, principales generadoras de empleo y producción. Siguen presentes y latentes en la vida cotidiana las restricciones al consumo, el aumento de los despidos, y la pérdida de ingresos, mayoritariamente de los sectores humildes, como de diversos estratos de las clases medias. El modelo de primarizacion, endeudamiento crónico y financiarización seguirá generando penas y zozobras en la gran mayoría del pueblo, más allá de a quien hayan votado, incluyendo a sufragantes de LLA. Todo indica que la contradicción entre el plan económico mileísta y la vida del pueblo se agudizará, consecuentemente el conflicto social y cultural volverá a emerger. Ante este “peligro latente” los editorialistas de los diarios hegemónicos se precipitaron el último domingo en indicar que “se debe aprovechar el período de diciembre a marzo para introducir los cambios de fondo” (Jorge Liotti / La Nación). Por su parte, el principal editorialista de Clarín también advierte: “los problemas siguen allí como reflejos dormidos. Pueden despertar”. Algo así como: ¡señores, este es el momento!
La “modernización” es el término más usado por los editorialistas en estos días. Se trata de un eufemismo para referirse al retorno de viejas normativas anteriores al peronismo, inclusive a Yrigoyen, ya que la jornada de 8 horas se estableció en 1928 durante su presidencia. El axioma simbólico es el de siempre: a más modernización (pérdida de derechos) mayores ganancias para las corporaciones. En suma, no se trata de una “reforma”, sino de una contrarreforma reaccionaria, cuyo fin es el de liquidar lo reformado en un sentido de progreso para los trabajadores: convenciones colectivas, jornada de 8 horas, estabilidad laboral, indemnización. La otra “reforma” impositiva, se sustenta en el mismo propósito político. Desde la matriz de ingresos se financia nuestra salud, educación, jubilaciones, ciencia y tecnología, obras públicas, políticas para pymes y cooperativas y la seguridad social. Los “reformistas modernos” se proponen alterar la base, reduciendo impuestos a las ganancias y los patrimonios e incrementando los relacionados con los consumidores y el trabajo.
Simultáneamente acentuaron la ofensiva sancionatoria contra Cristina, no solo para ampliar su exclusión de la vida política, colocando esa situación en el centro de la opinión, mientras avanzan en temas que coadyuven a generar un escenario favorable a sus contrareformas. El reto de las fuerzas progresistas y populares es el de recuperar la iniciativa y encauzar el debate con vistas a elaborar propuestas y a pensar formas superadoras para resistir en estos nuevos viejos tiempos. El momento demanda un impulso renovado de las fuerzas políticas, democráticas y populares para legitimar las representaciones y elaborar programas con la mirada puesta en la distribución de la riqueza, un Estado fuerte y a la vez recreado, que intervenga a favor de la protección y el desarrollo del mercado interno, el empleo y los derechos sociales y culturales, que responda a las demandas y los intereses de las mayorías de nuestro pueblo en pos de mejorar sus condiciones de vida.
*Secretario del Partido Solidario
*Presidente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos










