Se cruzaron en las filas de la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas (Conadep). Se reunieron y organizaron en la víspera del Juicio a las Juntas. Caminaron juntos durante los años de impunidad y, desde hace 40 años, siguen aportando sus testimonios para lograr el juicio y castigo a los genocidas. La Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD) fue reconocida por su lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia en la Legislatura porteña por impulso de Victoria Montenegro, presidenta de la comisión de Derechos Humanos.
Margarita Cruz es sobreviviente de la Escuelita de Famaillá. Llegó a la Legislatura cargando una bolsa con la bandera de la AEDD. Osvaldo Barros estuvo secuestrado junto con su compañera, Susana Leiracha, en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Él, maestro de formación, llegó con una carpetita con el discurso que había preparado para la ocasión.
El salón Raúl Alfonsín de la Legislatura se llenó como pocas veces antes para rendirles homenaje a los exdetenidos-desaparecidos. La Madre de Plaza de Mayo Elia Espen no quiso perderse la ocasión. “Hay que abrazar a los compañeros y hacer memoria para que no se repitan los hechos terribles”, resaltó desde el centro de la mesa.
La presidenta de Madres de Plaza de Mayo -Línea Fundadora, Taty Almeida, hizo llegar sus saludos porque no pudo asistir. “Realmente gracias a ustedes, queridos compañeros, pudimos saber la verdad”.
En uno de los laterales de la mesa estaba Alejandrina Barry, hija de desaparecidos y víctima del Plan Cóndor. “Fue gracias a los sobrevivientes de la dictadura que pudimos conocer nuestra verdad, nuestra historia y qué pensaban nuestros padres”, dijo la integrante del Centro de Profesionales para los Derechos Humanos (Ceprodh). Alejandrina relató que ella supo que su mamá había estado embarazada en el Pozo de Banfield gracias a un testimonio que encontró Adriana Calvo, una de las fundadoras de la AEDD, que falleció en diciembre de 2010.
A pocos metros la escuchaba Teresa Laborde, la hija que Adriana Calvo parió mientras era trasladada desde la Comisaría 5ª de La Plata hasta el Pozo de Banfield. También estaba Leonardo Fossati, que supo de su nacimiento gracias al testimonio de Adriana.
“La Asociación la hemos construido entre todos a lo largo de los años”, arrancó su exposición Barros, y señaló que en la sala estaba Inés Vázquez, otra de las iniciadoras del grupo. Cerca de ella estaban sentados Graciela Daleo y Rufino Almeida. Más adelante se encontraban Jorge Miranda, Lidia Frank y Gabriela Vargas –mezclados con otros militantes de derechos humanos como María Laura Bretal, Diana Kordon, Ana Bianco, la abogada Guadalupe Godoy, María Adela Antokoletz, Malena Silveyra y el investigador de CONICET Daniel Feierstein, entre muchos otros.
“Siempre planteamos la necesidad de unir las luchas para enfrentar la impunidad –continuó Barros- Para enfrentar a los genocidas y hoy a este gobierno negacionista y reivindicador del genocidio”. El pedido de la AEDD fue sostener la unidad, como se vio el 24 de marzo pasado y de cara al próximo, cuando se cumplirán 50 años del golpe.
Montenegro contó que la idea del homenaje surgió el año pasado cuando se armó una comitiva amplia para visitar los tribunales de Comodoro Py para pedirles a los jueces que tomaran medidas para proteger los sitios de memoria. “Cuando caminamos juntos, incluso en estos tiempos, salen cosas muy lindas”, remarcó.
La legisladora contó que hace tiempo que piensa en lo que les tocó atravesar a los sobrevivientes y a sus padres –víctimas del terrorismo de Estado. “Son la mejor generación que tuvimos. Lejos”, afirmó mientras Margarita Cruz lagrimeaba desde la primera fila. “Nuestro desafío como generación es tratar de copiar, aunque sea un poquito, la enorme generosidad que tuvo la de ustedes”.