Gases para los jubilados en el Congreso 

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La senadora electa Patricia Bullrich sigue con su ya tradicional represión a los jubilados y jubiladas. Ayer, frente al Congreso hubo gases lacrimógenos y una decena de heridos por las fuerzas de seguridad. Como cada semana, el operativo fue exageradamente desproporcionado: 800 agentes –entre federales y porteños– para 150 manifestantes. Nuevamente, quienes volvieron a cortar las calles fueron los uniformados.

Desde temprano, camionetas de Gendarmería y efectivos de la Policía Federal vallaron la Avenida Rivadavia entre Callao y Entre Ríos. Un triple cordón de seguridad cercó el Congreso, impidiendo incluso el paso de transeúntes y periodistas. En la zona, más parecía haber un desfile de fuerzas que una protesta de jubilados. 

Mabel Silva fue golpeada en la cabeza durante la represión del 24 de septiembre por un agente de la Prefectura Naval que no pudo identificar y ayer se acercó al Congreso. Fue un bastón y un brazo enyesado. Todavía tiene problemas neurológicos por aquél golpe, pierde el equilibrio frecuentemente y la aqueja una molestia en el ojo. Sin embargo, sigue asistiendo cada miércoles a la protesta. “Seguiré viniendo igual porque es injusto que me peguen sin haber hecho nada, porque me pegaron por la espalda y estuve 40 minutos desmayada hasta que llegó la ambulancia”, le contó a Página/12.

Según el informe de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, hubo 9 heridos y ningún detenido. Y un operativo que incluyó a 500 efectivos de la Policía Federal Argentina, Gendarmería, Prefectura Naval y Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). También estaba la policía motorizada y había dos camiones hidrantes. A eso, se sumaron entre 200 y 300 policías porteños. El documento da cuenta del “uso de gas pimienta por parte de las fuerzas federales en forma injustificada e indiscriminada contra las personas que se manifestaban”.

El resultado de las elecciones legislativas se vivió como un golpe en la movilización de ayer, fue uno de los temas que recorrieron las calles durante la ronda alrededor de la Plaza del Congreso. “Me duele lo que pasó. ¿Qué nos queda? Agachar la cabeza y que le den todo a Estados Unidos, a Inglaterra, a quien sea. Ya no vamos a tener derechos”, agregó Mabel. 

Cierro la ventana de mi casa para no ver a los pobres, a la gente que al atardecer sale a buscar comida, cuando vuelven de no encontrar trabajo y arrastran las piernas caminando hasta donde viven. Me duele”, dice Lidia Schmidt, que está cerca de cumplir 80 años y cada miércoles se acerca al Congreso. Es docente jubilada, trabajó en villas y asentamientos a lo largo de su vida y ahora vive en la casa de su hija en Belgrano porque no le alcanza. También está enojada con los resultados de las elecciones legislativas. “Estoy muy triste con lo que pasó, muy triste. Aparte le tengo terror a Patricia Bullrich, que salga con un ejército más fuerte”, agregó.

Entre los 150 manifestantes estuvieron también los hinchas de Chacarita, de Banfield y algunas organizaciones sociales y agrupaciones de izquierda. “De la jubilación nadie se salva”, le dijo Claudio Mariani, de la agrupación Igualar en Positivo. “Hay que unificar las luchas. Hay cosas que son fundamentales en toda sociedad: todos vamos a llegar a ser jubilados; en el tema de salud a todos nos afecta directa o indirectamente, inclusive es a los que tienen una obra social o una prepaga, porque te pasa algo con el tema de salud y los primeros que están ahí para salvarte en la calle son los médicos de la asistencia pública. Entonces todos tenemos que salir a la calle”, agregó.

 

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