La Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP), ubicada en Arroyito, podría retomar su actividad luego de ocho años paralizada, gracias a un acuerdo firmado entre autoridades argentinas y la empresa canadiense Candu. El memorando de entendimiento fue rubricado por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la empresa Conuar y la firma canadiense, con el objetivo de restablecer la producción nacional de agua pesada y fomentar la cooperación tecnológica internacional.
En diálogo con Nicolás Ventura, dirigente de la PIAP, se conoció que el acuerdo incluye la posibilidad de que Candu compre el agua pesada que produzca la planta, con miras a una eventual adquisición total de la instalación. Además, está prevista una inversión en nueva tecnología para modernizar el proceso productivo.
Desde 2017, la PIAP se encuentra sin operar, tras una parada técnica que nunca se revirtió. Durante este período, el país debió importar unas 15 toneladas anuales de agua pesada para abastecer a los reactores de Atucha I, Atucha II y Embalse, pese a que la planta posee una capacidad instalada de producción de hasta 200 toneladas por año.
El financiamiento para la reactivación aún no está definido. Se desconoce si será asumido por la provincia o por el gobierno nacional, aunque desde ENSI –la empresa que opera la planta– aseguran que se trata de un paso crucial para recuperar un recurso estratégico para el desarrollo nuclear argentino.
La posible vuelta a la actividad de la PIAP abre nuevas expectativas para los trabajadores y para el posicionamiento de Argentina como proveedor internacional de agua pesada, en un contexto de creciente interés por las energías limpias y la tecnología nuclear.