Los asuntos judiciales de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Nación (SDH) quedarán en manos de un abogado que propugna la posibilidad de perdonar a los responsables de cometer crímenes de lesa humanidad. Se trata de Alfredo Mauricio Vitolo, que acaba de desembarcar en el organismo que está a cargo de Alberto Baños. Durante el gobierno de Mauricio Macri, Vitolo había sido asesor de Claudio Avruj y llegó a ser postulado para integrar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), pero su candidatura debió ser retirada por el rechazo que generaron sus posturas contrarias a la interrupción voluntaria del embarazo.
Desde esta semana, Vitolo está a cargo de la dirección nacional de Asuntos Jurídicos en materia de Derechos Humanos de la SDH. Es el cargo que estaba vacante desde que Baños echó a Claudia Lencina, una profesional con más de quince años en el área. En su cuenta de X, Vitolo agradeció al gobierno nacional su designación. “Un gran desafío y una enorme responsabilidad. A trabajar para hacer a la Argentina grande”, escribió.
En la ex-ESMA, donde la SDH tiene sus oficinas, cuentan que la convivencia entre Baños y Vitolo arrancó con cierta tirantez. A otro que se lo vio en estos días por el predio fue a Brian Schapira, exsubsecretario de Protección de Derechos Humanos de Avruj. En casi dos años de gestión, Baños no pudo completar los cargos que tenía vacantes; ahora parece que empiezan a llenarse con exfuncionarios del macrismo.
Vitolo estudió Derecho en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde es docente, y tiene una maestría en Harvard. En septiembre, coincidió con Horacio Rosatti en la Universidad de Concepción del Uruguay, donde al supremo le entregaron un honoris causa. Vitolo, que fue uno de los oradores de las jornadas, abogó por grandes acuerdos nacionales.
En junio, Vitolo fue uno de los que celebró el fallo de la Corte Suprema con el que dejó firme la condena contra Cristina Fernández de Kirchner en la causa Vialidad, decisión que llevó a que detuvieran a la expresidenta. En un texto publicado entonces, Vitolo afirmaba que la resolución de los cortesanos oxigenaba la república.
Desde 2013, Vitolo es socio en el estudio Nicholson & Cano, uno de los más grandes del país, que tiene entre sus clientes a Ledesma y Acindar, dos empresas cuyos ejecutivos han enfrentado acusaciones por crímenes contra la humanidad. Vitolo se sumó al bufete cuando este se fusionó con el de Emilio Jorge Cárdenas, exrepresentante de Carlos Menem ante la Organización de Naciones Unidas (ONU). Cárdenas, que murió en marzo de este año, solía publicar en La Nación que los juicios de lesa humanidad eran un vehículo de la venganza.
Vitolo tiene publicaciones propias que han despertado bastante polémica. Una de ellas se titula “La posibilidad de perdonar a los responsables de cometer crímenes de lesa humanidad”. Allí critica la posición de la Corte Suprema sobre la imposibilidad de conceder amnistías o indultos a quienes cometieron crímenes aberrantes en base a estándares internacionales que, para Vitolo, eran “precedent shopping”, y cita a su padre, Alfredo Vitolo, que también reclamaba el buen uso de la amnistía.
“Ello no puede hacernos perder el rumbo, ni llevarnos a transformar la noble causa de la lucha por los derechos humanos y por hacer del mundo un lugar más justo, en una cruzada vengadora (o reparadora), cuyo resultado será, cuanto menos, incierto. Son estos los momentos donde se advierte la grandeza de los hombres y lo que lleva a diferenciar a los estadistas de los simples gobernantes. Ojalá que los dirigentes del mundo, alejados de las pasiones que una situación tan grave genera, sepan estar a la altura que los acontecimientos requieren”, reclamaba años atrás.
El texto está incluido en un libro que se publicó en 2019: La Nación dividida. Argentina después de la violencia en los años ‘70. La publicación tiene como compilador a Alberto Crinigan, un represor que integró el Batallón de Inteligencia 601 y que actualmente está siendo juzgado en La Plata por crímenes contra la humanidad. Victoria Villarruel es otra de las autoras del libro.
En sus años mozos, Vitolo integró el Consejo para la Consolidación de la Democracia de Raúl Alfonsín. Entre 2019 y 2024, presidió el Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia (FORES). En la víspera del Juicio a las Juntas, FORES —que había sido conformado durante la dictadura— publicó Definitivamente… Nunca Más, la otra cara del informe de la Conadep. Era su forma de polemizar con la información sobre los centros clandestinos y los desaparecidos.
En 2017, Vitolo acompañó a Martha Minow, decana de la Facultad de Derecho de Harvard, en una visita al museo que funciona en lo que fue el núcleo del campo de concentración de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Allí le adelantaron a la jurista que estaban planificando hacer cambios en los programas educativos y llevar a juicio a los sobrevivientes de los años ‘70, según reconstruyó Horacio Verbitsky en este diario.
No son pocos quienes vieron también la mano de Vitolo detrás de la estrategia para que la CIDH recibiera a familiares y defensores de los represores que estaban presos como forma de desacreditar el proceso de justicia. Esa estrategia podría llegar a robustecerse tras el fallo “Castillo” de la Corte Suprema, en el que Rosatti y Carlos Rosenkrantz deslizan que hubo violaciones al debido proceso en las causas por crímenes contra la humanidad al tener personas en prisión preventiva por más de tres años.
Después de ese fallo, empezaron a aparecer pedidos de represores que quieren ser liberados. Uno de ellos es Carlos Guillermo Suárez Mason, cuya solicitud fue rechazada este viernes por el Tribunal Oral Federal (TOF) 5 de la Ciudad de Buenos Aires. Los jueces le habían pedido a la dirección que está actualmente a cargo de Vitolo que contactara a las víctimas de Suárez Mason para saber qué opinaban acerca de la posibilidad de que saliera de la cárcel.
“Debo poner en su conocimiento que, conforme al proceso de reestructuración llevado a cabo por este Ministerio, el requerimiento efectuado a los fines de notificar a las víctimas excede los recursos y capacidades actuales de esta Subsecretaría”, contestó Baños sin sonrojarse después de haber diezmado el organismo. En los próximos días, las notas de ese tenor saldrán posiblemente con la firma de Vitolo, el entusiasta del perdón a los represores.










