Con el préstamo que el Tesoro de los Estados Unidos anunció que realizará a la Argentina por 20 mil millones de dólares, el gobierno de Milei compró tiempo. “Hasta el viernes de la semana pasada teníamos pocos elementos y ahora tenemos de dónde agarrarnos para vender expectativas”, se sinceran en el entorno del mandatario a poco menos de un mes para las elecciones. Admiten que el préstamo no soluciona los problemas, pero que “les da una vida más”. En esa línea, desde algunos sectores del oficialismo analizan que en lo que queda de mandato el gobierno deberá trabajar sí o sí en “construir gobernabilidad”, y en mejorar “el diseño” de la gestión para lograr las reformas estructurales que quieren hacer a partir de 2026. Ese fue uno de los pedidos concretos que Estados Unidos le hizo a la Casa Rosada a cambio del salvataje económico.
Esa “construcción de gobernabilidad” estaría atada, centralmente, a mejorar el vínculo del Poder Ejecutivo con los gobernadores. No por nada después de la derrota en la provincia de Buenos Aires Milei anunció que conformaría “una mesa federal”, y también le devolvió a la secretaría de Interior el rango de ministerio, que él mismo se había encargado de degradar al comienzo de la gestión. Los necesitan, más allá de lo que pase en octubre, porque buscarán pasar por el Congreso de la Nación reformas “estructurales” como la laboral, previsional, tributaria y también privatizaciones.
El vínculo de la Casa Rosada con los mandatarios provinciales se fue deteriorando a lo largo de los meses. Milei arrancó su gobierno cortando todo tipo de fondos de la Nación a las provincias y también maltratando a los gobernadores desde lo discursivo. La relación con varios de ellos se terminó de romper durante los armados electorales de este año. En el 2025 el gobierno no solo los asfixió de manera económica, como también lo hizo en 2024, sino que este año La Libertad Avanza, de la mano de Karina Milei, se metió a “molestarlos” en la política local con armados propios.
Gustavo Valdés de Corrientes, por ejemplo, era un gobernador aliado a LLA, pero en el cierre para la elección local LLA decidió no acordar con él un frente de unidad y presentó un candidato propio a gobernador. Ese accionar se repitió en varios territorios “amigos”, y generó un malestar aún mayor en los gobernadores.
En el oficialismo son conscientes de que la nueva deuda que tomaron con Estados Unidos, si bien los salvó de la debacle inmediata, no resuelve todos sus problemas. El gobierno de Donald Trump, entre otros requisitos que aún no se dieron a conocer, le puso al gobierno de Javier Milei ciertos condicionamientos políticos. Uno de ellos es para intentar asegurarse de que “están las condiciones dadas para consolidar el proceso”, es decir, el ajuste. “Ellos quieren ver la capacidad que tenemos de construir coaliciones”, se sinceran desde Balcarce 50. Trump ya tuvo una experiencia fallida con el expresidente de la Argentina, Mauricio Macri, a quién el FMI le prestó 44 mil millones de dólares en 2018 y, no solo no pudo hacer las reformas estructurales que prometió que haría, sino que, además, perdió las elecciones.
“Los inversores quieren venir, pero hay que ver si están las condiciones para consolidar este proceso”, dicen en el gobierno. Esas “condiciones”, serían por ejemplo una reforma laboral que perjudique a los trabajadores quitándoles derechos y flexibilizando las condiciones de contratación. El gobierno avanzó con una reforma laboral dentro de la Ley Bases, pero está trabajando en una más completa desde el “Consejo de Mayo” que lidera Guillermo Francos. De hecho, durante una reunión que el jefe de gabinete tuvo esta semana con legisladores estadounidenses en Casa Rosada les dio detalles y les dijo que necesitaban ganar las elecciones para poder avanzar en ese sentido.
En la elección de octubre, analizan los laderos de Milei, por más que LLA saque 50 puntos –un número que no está en los planes de nadie y esperan, como mucho, llegar a 40– no van a poder sentar en el Congreso a más de 90 diputados y, en el mejor de los casos, 16 senadores. Es decir, sí o sí admiten que van a necesitar generar consensos para aprobar las reformas. “En este tercer año de mandato necesitamos votos, no sostener los vetos”, se sinceran en el círculo íntimo de Milei. Es decir, no les alcanzará solo con frenar las iniciativas de la oposición para cuidar “el déficit fiscal cero”, sino que quieren avanzar con leyes propias que van a tener mucha resistencia social y también de ciertos sectores de la oposición.
“Este año desperdiciamos la posibilidad de construir acuerdos de gobernabilidad por las peleas con los gobernadores. Pero si ganamos en octubre, por más que nos vaya bien, vamos a tener mayorías circunstanciales y la necesidad de construir acuerdos”, refuerzan en Balcarce 50. Es decir, consideran que el cambio y lo que denominan la “construcción de gobernabilidad”, va más allá del resultado electoral. Por último, resumen: “No hay que cambiar el rumbo económico, sino político. Hay que empezar a elegir con quién pelearse”.
En cuanto al “diseño” del gobierno, después de las elecciones deberá haber de manera obligada un cambio de gabinete. Carteras como la de Defensa y Seguridad quedarán sin titular porque Bullrich y Petri asumirán bancas en el Congreso y también dejará su cargo el vocero presidencial Manuel Adorni, que fue elegido como legislador porteño. En ese sentido, corrió el rumor de que Adorni podría llegar a reemplazar a Guillermo Francos en la jefatura de Gabinete. Sin embargo, hay quienes ven al vocero como un buen “confrontador”, pero no como alguien en condiciones de negociar y buscar consensos, como sí lo intenta Francos. El jefe de los ministros, además, durante estos días quizás tendrá que responder a una interpelación del Congreso, aunque desde el oficialismo se muestran confiados y dicen que la oposición no tiene los votos necesarios para removerlo del cargo.
El problema con el jefe de gabinete, y que ahora también tiene el ministro del Interior Lisandro Catalán es el mismo que ocurre desde el comienzo de la gestión: Los mandan a negociar, pero no tienen poder de fuego. En esa línea, no son pocos los que dentro de La Libertad Avanza consideran que “hay mucho desorden”, que hay problemas “de diseño”, y que el gran conflicto es que no termina de quedar en claro quién se sienta en la cabeza de la mesa. El cargo de Karina, superior al de un jefe de gabinete, no se refleja de ese modo en el organigrama y menos el del asesor Santiago Caputo que es una pieza clave del gobierno y ni siquiera tiene un cargo formal. Eso hace que, ante las crisis, la Casa Rosada tenga una respuesta poco eficaz y tardía.