Un acto en la Legislatura para reivindicar a los militares y criticar los juicios de lesa 

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La Legislatura porteña se está convirtiendo en La Meca para quienes buscan reivindicar el accionar de las Fuerzas Armadas durante los años del terrorismo de Estado. Esta vez, la legisladora de La Libertad Avanza (LLA) Lucía Montenegro organizó un acto para homenajear a quienes denominó “héroes del Tucumán”. Se trató de premiar a quienes intervinieron en el Operativo Independencia, primer estadio del exterminio que, tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, se extendería al resto del país. Hubo críticas a los juicios por crímenes de lesa humanidad y reconocimientos a quienes denuncian a los jueces que impulsan estas causas, como la activista Asunción Benedit, hermana del diputado nacional que el año pasado arregló el encuentro con Alfredo Astiz y otros represores presos en el penal de Ezeiza.

Desde temprano, la calle Perú se empezó a llenar de hombres que vestían uniforme o que se habían calzado boinas. Estaban preparados para ingresar a las 11 de la mañana al Salón Dorado, donde tendría lugar la actividad.

Todo comenzó puntual. Ya estaban todos en el salón cuando llegó la protesta organizada por la Asociación de Trabajadores del Estado, en la que participaron los legisladores Andrés La Blunda (UxP), Andrea D’Atri (FIT-U), Mercedes Trimarchi (FIT-U) y Gabriel Solano (FIT-U). Estaba, además, Alejandrina Barry, exlegisladora porteña e hija de desaparecidos. Victoria Montenegro, que suele ser parte de estas movidas, está de viaje para participar de los eventos por los 52 años del golpe de Augusto Pinochet en Chile. En su representación estuvo Mauro Zungri, director de la comisión de Derechos Humanos de la Legislatura.

Con carteles que reclamaban por los más de 300 nietos apropiados y los 30.000 desaparecidos, se reprodujo la ronda como se había ensayado semanas atrás, cuando Rebeca Fleitas (LLA) llevó al excarapintada José D’Angelo, que habla del mito de los desaparecidos, a exponer a la Legislatura.

Los únicos héroes son los desaparecidos que quedaron en los campos de concentración de Tucumán. Que digan dónde están. Que digan por qué tiraron los cuerpos en el Pozo de Vargas. Que digan por qué ocuparon todas las escuelas para torturar a estudiantes, obreros, azucareros y demás –reclamó.

Adentro, el homenaje ya estaba comenzando. Lucía Montenegro es la misma legisladora que en 2023 le abrió las puertas de la Legislatura a Victoria Villarruel para que la usara como plafón de campaña y, de paso, atacara a los organismos de derechos humanos. Dice que ella no se enteró por los libros o los diarios de lo que pasó en los ‘70, sino a través de una prima, Dora Muro, que habría sido secuestrada por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

El primero en tomar la palabra fue Luis Alfredo Manzur. Desde el atril, se presentó como veterano de dos guerras y dijo que ejerce como procurador en la provincia de Tucumán. Tiene un programa de radio que se llama Haciéndonos oír. Emocionado por la convocatoria, Manzur suspiró. “En este recinto se respira patria”, afirmó. Lo que no contó es que fue convocado a indagatoria por las torturas a soldados en Malvinas.

Aprovechó, eso sí, para despotricar contra los juicios de lesa humanidad. “Muchos, por estas causas, aún están presos en sucias cárceles”, protestó. Desde el escenario lo aplaudió el senador Juan Carlos Pagotto (LLA), que supo oficiar como defensor de represores en la provincia de La Rioja.

Pagotto reivindicó los indultos de su “querido amigo” Carlos Saúl Menem porque “no se puede gobernar un país con odio” y habló de una “justicia para todos”, muy a tono con el intento de juzgar a los sobrevivientes de los ‘70 que pregona Villarruel –que organizó el martes un acto en el Senado.

Lucía Montenegro leyó su discurso. En su alocución, definió a los militantes de los ‘70 –víctimas del terrorismo de Estado– como terroristas o subversivos. Con ironía, se refirió a ellos como “jóvenes idealistas”, mismo mote que les dio la vicepresidenta en uno de sus libros.

El acto fue breve. Lo que demoró fue la entrega de reconocimientos. Entre los homenajeados estuvieron Rodolfo Richter, un excomando del Ejército que da clases en la Universidad Católica Argentina (UCA), y Andrés Fernández Cendoya, un militar pasado a disponibilidad durante el kirchnerismo por participar de uniforme en un acto pro-dictadura en el Círculo Militar. Fernández Cendoya preside la Asociación de Familiares y Amigos de las Víctimas del Terrorismo en Argentina (Afavita).

Otro de los distinguidos fue Enrique Alsina, que dirige la Asociación de Veteranos de la Guerra contra el Terrorismo (AVGCT), que dice que la actitud de las Madres de Plaza de Mayo siempre fue “maliciosa”. Otra asistente al acto que podría coincidir con esa caracterización es Asunción Benedit, que recibió un reconocimiento probablemente para su difunto esposo, Francisco Lacal Montenegro, que actuó en el Operativo Independencia. Benedit dirigió la filial de Bariloche de la Unión de Promociones y fundó hace unos meses los Pañuelos Negros, antítesis de los pañuelos blancos de las Madres. Desde el Salón Dorado, Benedit se plantó detrás de la puerta espejada para filmar a quienes protestaban contra el acto.

Finalizado el evento, el grupo de legisladores de la izquierda y el peronismo que participó de la protesta presentó un repudio contra la actividad organizada por Lucía Montenegro. Los diputados recordaron, entre otras cosas, que el Poder Judicial juzgó y catalogó como crímenes de lesa humanidad los perpetrados por los militares en el Operativo Independencia.

 

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