El primer homenaje público al papa Francisco tras su fallecimiento a los 88 años tuvo una ausencia notoria: ningún miembro del Gobierno nacional asistió a la misa oficiada por el arzobispo Jorge García Cuerva en la Catedral Metropolitana. La ceremonia comenzó a las 8.30 de la mañana y fue acompañada por autoridades porteñas, entre ellas el jefe de Gobierno, Jorge Macri. Pero la silla del Ejecutivo nacional quedó vacía, sin ministros ni secretarios.
La imagen se volvió aún más llamativa por el contexto. La Catedral, símbolo de la historia religiosa y política del país, amaneció rodeada de fieles, cámaras y referentes sociales que se acercaron a despedir al primer Papa argentino. Pero en la fila de autoridades no hubo cintas patrias ni mensajes desde la Casa Rosada.
Silencio oficial y gestos diferidosAunque el Gobierno decretó siete días de duelo y bajó las banderas a media asta tanto en Plaza de Mayo como en la cima de la sede presidencial, el homenaje presencial no ocurrió. El presidente Javier Milei decidió suspender sus actividades y postergar su participación en actos previstos para el lunes, como el Congreso Libertario en La Plata y su intervención en el programa “La Misa”, conducido por su aliado Daniel Parisini, conocido como “El Gordo Dan”.
En el entorno presidencial señalaron que Milei planea viajar al Vaticano para despedir personalmente los restos del papa, aunque aún no se confirmó la fecha. De momento, el gesto en territorio local fue la ausencia. Claudio Avruj, titular del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, fue el único funcionario del oficialismo que se acercó a la Catedral. Lo hizo desde su despacho, ubicado a metros del templo. En contraste, voceros del Gobierno porteño, con Macri a la cabeza, participaron del homenaje junto a representantes de diferentes credos y comunidades.
Una despedida marcada por las omisionesDurante la conferencia de prensa posterior a la ceremonia, el arzobispo García Cuerva agradeció los mensajes de afecto y condolencias enviados por “varios referentes del Ejecutivo”, aunque evitó mencionar al presidente Milei entre ellos. La omisión, en ese caso, también habló.
El contraste entre las palabras de homenaje y la ausencia física de representantes nacionales volvió a tensionar el vínculo del Gobierno con la Iglesia. Francisco, figura incómoda para el oficialismo libertario, recibió muestras de afecto desde diversos sectores. Pero en su misa de despedida, la política nacional pareció mirar hacia otro lado.